sábado, 29 de septiembre de 2012

Cinco años de la muerte de una ilusión


“Un pueblo que no recuerda de dónde viene, no puede saber a dónde va”.

Me es difícil olvidar aquellas imágenes de ese 30 de setiembre... el Paseo Colón repleto de gente de diferentes partes del país, con distintas clases sociales, creencias, valores, niveles educativos, formación profesional o laboral... pero todos cobijados bajo una premisa: darlo todo por el país. Aquella mañana – tarde de domingo, muchos fuimos ilusionados con la posibilidad de un cambio (o del inicio de uno por lo menos), más que con un triunfo para una generación opuesta al neoliberalismo y al chorizo, que solo ha sabido de derrotas.

“Lo que hace el avestruz” era la canción que más había coreado la última semana. Tanto así, que luego le haría un video (uno de los muchos que salieron). Las encuestas nos parecían favorecer... hasta que pasó lo que todos sabemos que pasó: el fraude mediático más las presiones internas y externas inclinaron la balanza.

Cinco años después yo me pregunto lo mismo que muchos: ¿dónde están las motos BMW y los carros Mercedes Benz que tanto prometió Arias, el Malinche nacional del Siglo XXI, a los pobres ilusos y crédulos trabajadores de empresas y plantaciones? ¿Dónde, aquellas maravillosas generaciones de empleo, las exportaciones en masa a los Estados Unidos y, sobre todo, el crecimiento económico imparable prometido? ¿Y dónde el pueblo que se escandalizó por el detestable memorandum que contenía toda la estrategia del miedo, de la extorsión y de la traición a la patria?

El TLC firmado con el norte realmente no nos benefició. Aunque para ser sincero, aún no ha tenido tampoco los efectos tan catastróficos que me temía... aún. Tal vez porque aún no llega a su aplicación total o porque no estoy lo suficientemente informado de lo mal que lo pueden estar los campesinos cuyos productos están compitiendo con los que nos vienen desde los estados gringos... por nombrar solo un sector que puede estar siendo afectado. En fin, quizá el efecto más nocivo del tratado fue la dispersión de una red opositora que ahora ni se oye ni se ve.

Pero más allá de las anteriores preguntas, yo me interrogo: ¿dónde está ese 48,3% que dijo NO? ¿se esfumó? ¿Habrá votado por Laura en el 2010 traicionando todo ideal planteado? Y más aún: ¿existirá alguien en el mediano o largo plazo con el liderazgo o capacidad suficiente para aglutinarlo, luego de haberse fraccionado y vuelto a fraccionar el país en discusiones de otra índole como plan fiscal, fecundación in vitro, sociedades de convivencia, y otros temas que han resultado polémicos para la opinión pública?

“Supérelo mae”, dirán algunos. No, yo no lo supero. Varias razones tengo: la primera, es que aquella noche del 7 de octubre del 2007, cuando con lágrimas vivas redactaba la Carta a don Juanito sentía que perdía la ilusión por un país que simplemente no existía y que no iba a existir nunca. El tiempo simplemente me ha reforzado esa postura. Esa noche despejada y húmeda y los otros tres días de aguaceros tenues sin pausa me hacían sentir que el sueño que perseguía había desaparecido y que no vería tal vez otra oportunidad para que el pueblo anhelara con tanta intensidad un cambio.

Tampoco me es fácil olvidarlo porque de esos cinco años, tres estuve afuera. Y de una forma u otra, mi estadía en Francia “pausó” mi tiempo en el país. Los recuerdos están ahí, frescos... y dolorosos. Y duele más cuando constato que las cosas han cambiado. Para mal.

Así lo confirmo además al ver que estamos ya dentro de una campaña política donde la consigna (mía al menos) será, tristemente, elegir al candidato literalmente menos nocivo para llevar las riendas del país, percibir un Liberación Nacional que desterró cualquier ideal socialdemócrata y se ha convertido en un albergue de corrupción e impunidad. Un PAC, partido en el que alguna vez creí, que se desmiembra, se desune, se resquebraja sin ningún tipo de ideología común, y lo peor de todo, con gente a lo interno de intereses muy lejanos a los que lo conformaron. El Movimiento Libertario, que nunca fue opción, cayendo en los mismos errores que el PLN y traicionando con actos turbios al menos una ideología, que aunque lejana para mí, pudo ser respetable. El Frente Amplio, siempre combativo... pero siempre extremista. Y el PASE, que bueno... ¿qué es el PASE?

La Costa Rica de don Juanito y don Braulio no la veo por ningún lado. El país que en el siglo XX armaron entre los Calderón, Mora, Sanabria, Figueres, Oduber y Orlich, por citar algunos grandes apellidos, pasó sus tiempos de oro y gloria. Me duele decirlo, pero creo que me tocó (nos tocó) vivir la peor época desde que nos separamos de España. El gobierno dirá que las estadísticas, las finanzas y los números macroeconómicos están bien. ¿Pero qué carajos importa eso si el pobre es más pobre y el rico más rico, si la miseria no cede y si la gente se las ve cada vez más “a palitos” para llegar a fin de mes?

La Caja en quiebra técnica, mi generación con la utopía de una pensión decente, el ICE bombardeado por doquier, empresas que llegan solo a dejar empleo de migajas, tierras que se venden en las costas por cifras ridículas a extranjeros, minas a cielo abierto de intereses espúreos y un camino de lastre mal manejado, mal administrado y peor controlado que solo sirvió para enriquecer a unos pocos con complicidades aún por comprobar.

Sí señores, tengo motivos de sobra para pensar que vamos de bajada como país aunque en lo individual pueda irme no tan mal. El espíritu de aquel 7 de octubre sigue enlutando mi amor por una Costa Rica en la que ya dejé de creer. El duelo de la Patria en mi alma de sentir que los valores nacionales que se me inculcaron desde la familia y escuela ha reemplazado la alegría que me producía escuchar el Himno al 15 de setiembre, cuya hermosa letra no saldrá nunca de los emocionalismos que suele contentar al pueblo.

Un berrinche, un berreo, un grito en la soledad, en la oscuridad... sí, tal vez lo sea. Y la resignación de tener que vivir en un país así, porque a mi familia no le queda de otra. Costa Rica sigue dormida, aunque yo creo que ya está muerta.